miércoles, 30 de octubre de 2013

De la Nutrioterapia a la Nutrigenómica

En el año 2003 el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano y el Departamento de Energía de Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón, anunciaron la culminación satisfactoria de la secuenciación del genoma humano, del cual informaron que constaba de aproximadamente 30 mil genes repartidos en 3,2 x 109 pares de bases.

Se calcula que solo el 2% de este ADN genómico puede codificar proteínas; que más del 50% del ADN genómico consiste en secuencias repetitivas que pueden tener capacidad funcional, que aproximadamente el 35% de los genes puede experimentar procesamientos alternativos –es decir formar proteínas con capacidades funcionales diferentes- y que el genoma puede codificar aproximadamente de 250 mil a un millón de proteínas cuya síntesis está regulada por unos 10 mil factores de transcripción.

Cabría preguntarse ¿qué relación existe entre este descubrimiento y la Nutrición como ciencia?

Primero, las proteínas codificadas por el genoma pueden ser enzimas, hormonas o hasta tejidos. Una alteración en este proceso podría generar problemas como deficiencia de lactasa o Diabetes tipo I para citar algunos ejemplos.

Segundo, los seres humanos utilizan, bien o mal, los nutrientes presentes en los alimentos en función de las diferentes variantes genéticas que su cuerpo puede presentar, es decir, como nunca antes en la historia de la nutrición se puede decir con total autoridad que una dieta no necesariamente tendrá el mismo impacto en dos personas, incluso si en apariencia fueran iguales.  Un estudio desarrollado en Norteamérica mostró lo siguiente: dos grupos de individuos de raza negra, pero con polimorfismos diferentes en el gen que codifica la Angiotensina (responsable del nivel de presión en la sangre) fueron sometidos al programa de “Aproximaciones Dietéticas para el Control de la Hipertensión (DASH); los individuos con genotipo GG fueron menos sensibles a la dieta que aquellos con genotipo AA, en otras palabras dos personas con características fenotípicas parecidas reaccionaron diferente en función de sus características genotipicas diferentes.

Tercero, los alimentos constituyen verdaderas “bombas químicas para el cuerpo”, debido a la gran cantidad de sustancias presentes en ellos, mismas que son capaces de interactuar positiva o negativamente con ese 35% de genes que pueden ser sometidos a procesos alternativos de generación de proteínas, siendo prácticamente imposible determinar su impacto sobre la salud de una persona. Varios estudios han mostrado, por ejemplo, que los polifenoles contenidos en el té verde como el 11-epigalo-catequin-3-galato (EGGG), inhiben la fosforilación de la tirosina del receptor Her-2/neu y del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGF), por lo que se inhibe la señalización del fosfatidinilinositol 3-kinasa (PI-3) > Akt kinasa > ruta NF-kB. La activación de esta ruta está asociada con algunas formas de cáncer de mama.

Como se puede ver, no está lejano el día en que las prescripciones nutrioterapéuticas y dietoterapéuticas obedezcan a patrones de referencia genéticos. Quizás, estamos a puertas del uso de tablas de composición genética de los alimentos o tablas de requerimientos genéticos nutricionales. En este contexto de ideas, otra pregunta parece inevitable ¿Qué tan lejos esta la Nutrición como profesión en este horizonte?

Se ha pasado en este tiempo, de la formación profesional de Dietistas a la formación de Licenciados en Nutrición a nivel universitario, pero muy pocos Nutricionistas son responsables de Programas Nacionales relacionados. Se crean Programas de Nutrición en diversas universidades, pero la prevalencia de Retardo en el crecimiento sigue siendo alta en menores de 5 años.

Se establecen servicios de Nutrición en los hospitales y clínicas, pero no hay suficientes Nutricionistas para hacer seguimiento específico a los pacientes y es más, en muchas instituciones en lugar de incrementarse en número de Nutricionistas que laboran en ellas, este ha ido decreciendo con el tiempo.

Será que los planes curriculares ¿Sostienen cursos que poco o nada ayudan a la especialización del profesional? Se crean maestrías en Nutrición con información amplia y variada pero se termina aprendiendo allí, lo que debieron aprender en pre-grado –manejo de vitaminas y minerales por ejemplo.

Se ha incrementado considerablemente el interés por la nutrición en todas las áreas de la salud, pero la producción científica del Nutricionista es todavía escasa.

El mundo esta incursionando en la Nutrigenética (influencia del genoma sobre el nutriente) y la nutrigenómica (influencia del nutriente sobre el genoma) pero nosotros aún no hemos podido ponernos de acuerdo para desarrollar un propuesta conjunta que Desarrolle más la Carrera.

Es evidente, que se requiere un cambio trascendental para el despegue de nuestra profesión. Armonizar nuestras diferencias es nuestra principal tarea pendiente. La Nutrición tiene un potencial de desarrollo tan grande que avanzará incluso a costa nuestra. Si no queremos que se hable de Nutrición sin Nutricionistas, sería bueno ponernos a trabajar YA

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