Por mucho tiempo, el papel del
Dietista - Nutricionista en la evaluación nutricional de una persona ha estado
restringido a tres parámetros: saber cuánta comida consume; clasificar su peso utilizando
herramientas de tamizaje como el índice de masa corporal (IMC) y calcular más o
menos bien cuál es el tipo de actividad física que desarrolla. Contrario a lo que se podría pensar, la
universidad ha contribuido de manera sostenida a consolidar estas prácticas
puesto que en las últimas décadas se ha concentrado en formar profesionales
autómatas desprovistos del más mínimo sentido del análisis. En su paso por las
aulas, el estudiante es abrumado por una batería considerablemente grande de
herramientas de evaluación que nadie le enseña a utilizar con lógica y
discernimiento, es decir metodológicamente; se le acostumbra a centrar su
mirada “nutricional” en los cambios que se pueden producir en dos o tres parámetros; o se le conmina
sistemáticamente y a convertir el tratamiento de las enfermedades en la
aplicación irrefutable de una lista de recomendaciones. En este
contexto, el recién estrenado profesional tiene serias dificultades para tomar
decisiones acertadas cuando en la práctica real, empiezan a aparecer las
tonalidades frecuentes que una misma enfermedad, o la combinación de varias en
una misma persona, puede tener.
Dos, tres, o más herramientas unidas
sin criterio alguno de complementariedad, no conforman una metodología;
simplemente una lista ordenada de pasos que
poco o nada contribuyen para dar solución a un problema. Nuestra
experiencia nos ha permitido desarrollar un
procedimiento basado en la evaluación de 9 pasos que nos brindan información
vital para la toma oportuna de decisiones basadas en evidencia sustentada.
Estos aspectos incluyen: i) la evaluación de signos clínicos, en donde es
fundamental saber diferenciar si estamos frente a un signo netamente
nutricional o asociado a otra condición, como por ejemplo la queilitis
bilateral que puede aparecer por carencia de Riboflavina o por sobre exposición
al sol; ii) la evaluación de la interacción entre nutrientes y fármacos, puesto
que diferentes condiciones clínicas están íntimamente relacionadas con la
terapia medicamentosa como la deficiencia de ácido fólico asociada con el
consumo de fenitoína; iii) la evaluación de la ingesta de alimentos y los
factores que la afectan puesto que se ha demostrado que los hábitos
alimentarios pueden explicar la presencia de enfermedades crónicas; iv) la
medición del gasto calórico a partir de la actividad física debido a la alta
variabilidad de este componente; v) la evaluación del crecimiento en los niños,
y de la composición corporal tanto en los niños como en los adultos, debido a
que ligeros cambios en el contenido y tipo de grasa corporal pueden incrementar
considerablemente los riesgos de salud; y vi) evaluación de la bioquímica
básica de la sangre, entre otras razones, porque no se puede iniciar un
tratamiento nutricional por más sencillo que fuese sin conocer como mínimo cuál
es el nivel de hemoglobina o glicemia de la persona; vii) evaluación de
las reservas viscerales como una forma de contrastar los resultados de la
composición corporal; viii) evaluación del componente inmunológico porque existe
una elevada correlación entre el estado nutricional y el nivel de respuesta del
sistema inmunológico; y finalmente ix) la evaluación del componente catabólico
a través de una pureba de balance nitrogedado, la cual, indiscutiblemente
debería formar parte de todo proceso de evaluación nutricional porque a
excepción de paciente con problemas hepáticos o renales, en el resto de los
casas representa la manera más sencilla de calcular el aporte proteico de una
persona; de los 9 pasos descritos, recomendamos utilizar los 6 primeros como
mínimo. El corolario de este
procedimiento es el diagnóstico nutricional que también forma parte de la
metodología y debe describir cada problema nutricional en dos esferas: la
evidencia que habla del problema y la causa probable del mismo.
Estamos convencidos que las
metodologías bien estructuradas, y no las listas de chequeo por decirlo de
alguna manera, son la única manera de contribuir positivamente al desarrollo de
nuestra profesión. En el Perú, hemos logrado implementar este procedimiento con
excelentes resultados en un hospital de alta complejidad, al punto que la parte
médica ha reconocido (no en discurso, sino en la práctica) la importancia de
contar con un profesional de la
Nutrición en el manejo multidisciplinario de las
enfermedades. Ahora bien, es indudable que cada uno de estos pasos varia de acuerdo
a si se evalúa a un niño o a un adulto, por lo que en posteriores entregas
analizaremos cuáles son esos bemoles.
DECLARACIÓN
DE PRINCIPIOS
En IIDENUT rechazamos rotundamente
aquellas prácticas asociadas con el uso inapropiado de la información con fines
comerciales. Nuestros estándares éticos nos impiden aceptar, difundir o
parcializarnos subjetivamente con producto o práctica alguna que vaya en contra
o distorsione la labor del nutricionista.
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